lunes, 25 de abril de 2011

Hace unos meses, cuando ya no hacía tanto calor,  estábamos varios de nosotros en La Plata. No habíamos ido por nada en particular, si no que ustedes no tenían nada que hacer y yo tenía el día libre en el trabajo. Viajamos unas horas en tren y cuándo llegamos nos prendimos un fino. Deambulamos por las lánguidas y arboladas calles del barrio platense (mentira, más bien seguimos por la 1 derecho hasta el fondo)
Cuándo llegamos al museo lo recorrimos de arriba a abajo, más de una vez cada sala seguramente. Yo me pasé un largo rato mirando la parte de animales marinos y creo que al Chino le había gusto en particular la sala de los insectos. Cuándo salimos nos prendimos otro fino, y nos pareció una muy buena idea entrar al zoológico. Es cierto que no teníamos nada más que hacer, era nuestro día libre.
El zoológico fue muy divertido. No se bien por qué, por que a mi no me gustan los zoológicos y creo que a ustedes tampoco. Cuándo decidimos comer, todos pedimos hamburguesas y el Chino se comió solo las papas fritas, por que no come carne. Pero estábamos en un zoológico. Antes de irnos yo paré a ver a los monos. No parecían muy contentos. No parecían contentos en nada. A los minutos de estar ahí uno se empezó a masturbar con mucha furia y decidimos que quizás mejor ya nos tendríamos que ir yendo.
Después hicimos otras cosas, si, pero lo que no puedo dejar de pensar es en la gracia que me dió. Estábamos haciendo tiempo en una plaza (una de las tantas, la más linda seguramente) y El Chino cebaba el mate. Eso era lo que me generaba un pequeño golpecito dentro, cada uno tomaba su mate y al llegar a él se cebaba cinco. ¡La puta madre!, estando bastante drogada eso se volvía el punto de inflexión entre el cariño que le tengo y que el sólo se tomara todo el agua.
Cada vez que nos juntamos, no puedo dejar de ver cuantos mates se toma él antes de pasarlo. Una maña adquirida desde La Plata.

No hay comentarios: