lunes, 24 de octubre de 2016

Me pasé el día mirando por la ventana del departamento. Le digo el departamento porque no es mío y no puedo considerarlo algo más que eso, sin embargo, todas mis cosas están desparramadas por ahí y mis bombachas están en los cajones.
El día estuvo gris claro, como si el sol quisiera salir pero todavía no fuera el momento, quizás un poco de fiaca, como la que tengo yo y por eso me quedo acá, echada, inmóvil, no sea cuestión que me mueva y algo cambie y tenga que volver a empezar.  Leí en una entrevista en la que Brian De Palma contaba que cada vez que a una de sus películas no le iba bien, quedaba desterrado del sistema de estudios y tenía que volver a empezar. Una y otra vez, volver a empezar. Pensé, que síntesis la vida, que es lo mismo que hacer películas; tener que empezar desde cero todo el tiempo.
Quizás el cero no es el punto de partida real, como en la narrativa, el cero puede estar(ser) en la mitad del conflicto, atrás del cero hay un pasado y volver a empezar no requiere borrar ese pasado, borrón y cuenta nueva no existe ni en la vida ni en el cine.
Vuelvo a pensar en la ventana. Ahora estoy afuera, y miro para adentro. La visión no es la misma, el adentro es mi afuera y el afuera es aterrador pero viejo, conocido. El vecino tiene un gatito y cercó todo el balcón. El gatito nunca aparece y el vecino tampoco, sólo queda de ellos el balcón cercado muy desprolijamente y algunos envases de cerveza vacíos. Quizás es su volver a empezar, no creo, pero tampoco puedo estar segura.

No hay comentarios: